Uno de los personajes mas pintorescos del barrio en donde habitaba mi abuela,
era sin lugar a dudas "El Firpo". El Firpo era el verdulero ambulante que se
detenía todos los días en la esquina de la casa de mi abuela, su móvil era una
carreta tirada por un burro. En realidad no recuerdo su nombre y tal vez nunca
lo supe, pero en verdad el burro era el que se llamaba "Firpo" pero como el
verdulero arreaba a su burro diciéndole "¡Ándale Firpo!", el nombre se le hizo
extensivo al verdulero que no creo que haya estado muy contento ya que su burro
era más popular que él cuando las vecinas gritaban alertándo a las demás amas de
casa: "!Ya llegó el Firpo!".
Esta era la llamada para la congregación de las señoras con sus bolsas del
mandado para comprarle al verdulero sus preciados productos regionales y
algunos, no muchos de otras regiones. Las señoras dejaban sus quehaceres del
momento para tomar sus cestas, las mas previsoras con su lista de lo requerido
en la cabeza ó en un pedazo de papel. Mi abuela hacía lo propio al tiempo que me
llamba: "¡Jano, ya llegó el Firpo!" Si, las señoras no eran las únicas que
esperaban al mentado Firpo, los golosos y curiosos chiquillos formabamos una
pandilla disuelta pegada a las faldas de las madres o como en mi caso, de mi
abuela.

Normalemente, esperaba pacientemente mirando con curiosidad lo que había en
la carreta, llegando todos a saber cuál sería el menú de la vecina de al lado.
En un momento mágico para mí, mi abuela hacía la esperada pregunta: "¿qué fruta
quieres?". ¡Bendita abuela! Regalaba a mis papilas gustativas de melocotones,
peras, duraznos ó manzanas que mis ojos acaricibian en la espera tomando la
decisión de que fruta sería la que me regalara sus néctares. Regresábamos todos
a nuestros quehaceres abandonados, yo, tal vez a seguir subiéndo al árbol de
guamuchil o a seguir jugando con mis juguetes no sin antes paladear mi codiciada
fruta!
Momentos que no tienen precio son estos que revolotean y alegran siempre mi
semblante al recordarlos. ¡Cosas pequeñas con un valor inmenso!
(Mi hermano Melvin me recordó el nombre del verdulero: Don José.)
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